Hace 50 años el papa Pablo VI aprobó la declaración Nostra Aetate, (Nuestro tiempo) que constituyó uno de los documentos referencia del Concilio Vaticano II, cuyo contenido trata sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Estos días, en conmemoración de esa declaración, se ha celebrado en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia una Mesa Redonda para conversar sobre los `Nuevos Desafíos en el Diálogo Interreligioso´.
Han participado el Imán Vicente Mota, perteneciente a la Cátedra 3 Religiones; el Rvdo. P. Justo Lacunza, de la Sociedad de Misioneros África-Padres Blancos; el Venerable Lama Rinchen, del Centro de Estudios Budistas de Pedreguer y D. Vicente Collado, presidente de la Comisión Diocesana de Relaciones Interconfesionales. Se ha encargado de presidir la charla D. Andrés Valencia, profesor de Ecumenismo. Previamente, el decano de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer, Vicente Botella, ha querido dar la bienvenida a todos los asistentes, ponentes y público, por su buena predisposición y su firme voluntad de caminar juntos hacia el entendimiento y el diálogo interreligioso. Además, ha agradecido la organización de esta Mesa Redonda a la propia Facultad de Teología San Vicente Ferrer, al Centro Padre Congar y la Comisión Diocesana de Relaciones Interconfesionales.
VICENTE MOTA, CÁTEDRA 3 RELIGIONES
El primero en pronunciar unas palabras ha sido Vicente Collado, quien ha señalado la importancia de entender la “religiosidad como relacionalidad, sin pretender una visión cerrada de la misma, porque toda Fe está abierta al misterio del Creador”. En esta misma línea se ha manifestado después Vicente Mota, quien ha querido destacar la importancia de que “cada generación debe vivir en su tiempo, sin revivir tiempos pasados” ni anticiparse al futuro. Para el profesor Mota, la clave es “pisar el fango”, entendido como adaptar el discurso a un nivel que sea entendible por el mayor número posible de fieles. Para Mota, “complicamos el amor de Dios con unas vestiduras que a la gente la alejan de la esencia del mensaje, de su sencillez” y verdaderamente sería mejor “hablar de corazón a corazón”. Ahondando en su religión, Vicente Mota, indica que “el Islam invita a la persona a que se conozca a si misma antes de conocer el camino de Dios”. El diálogo interreligioso es una “gran herramienta para que podamos conocernos a nosotros mismos, puesto que nos ayuda a la purificación del alma, y para predicar hay que intentar ir por el camino de la virtud que nos ha pedido el Señor”.
LAMA RINCHEN, CENTRO ESTUDIOS BUDISTAS DE PEDREGUER
Posteriormente, ha sido el turno del Venerable Lama Rinchen quien ha empezado hablando de la palabra “dharma”, un término con más de diez significados pero que todos ellos remiten a la Verdad, al Legado, a la Esencia, la Religión… Dentro de esta descripción, el Lama Rinchen ha explicado los tres estadios del Amor: el primero sería el más universal, haciéndolo coincidir con el punto 5 de la Nostra Aetate, aquel que habla de que “no podemos invocar a Dios (…) si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres (…) la Iglesia reprueba cualquier discriminación realizada por motivo de raza (…) o religión”. El segundo paso sería cuando el Amor va más allá del ego y ama la complejidad y el tercer nivel del Amor se refiere al Amor de los santos, cuando el amor se funde con la sabiduría. Para el Lama Rinchen, “un budista no sólo debería refugiarse en las palabras de Buda, sino en el verdadero Amor y eso ayuda a acercarnos a la visión profunda de la realidad”. Según el Lama, “siglo a siglo, las religiones han ido perdiendo espacio en favor de la ciencia y ahora toca recuperar parte de la fe, la religión debe acercarse más a la población, ganarse más terreno”. Centrándose en el diálogo interreligioso, “el budismo debe acercarse al catolicismo en su presentación de la compasión, puesto que se arromanga y acude a ayudar a los más necesitados”.
JUSTO LACUNZA, SOCIEDAD DE MISIONEROS ÁFRICA-PADRES BLANCOS
En tercer lugar, ha sido el turno de Justo Lacunza, quien ha defendido con brillantez el hecho de que son abrumadoramente muchas más las situaciones y las realidades que unen a los seres humanos que las que los separan. Su discurso ha presentado unas constataciones, como el “aumento de la violencia y el odio, de los refugiados en el mundo” y que su planteamiento de vida habla no de “tolerancia” sino de “admitir”, puesto que hay que hacer el esfuerzo de pasar de la “tolerancia apática y pasiva a la admisión voluntaria”. Además, han aumentado los radicalismos a causa de la religión. A continuación el Padre Lacunza se ha referido a los problemas a los que debemos hacer frente: “la ignorancia en la fe del otro, en la falta de interés y la falta de libertad religiosa para determinados grupos en países de mayoría musulmana; la ceguera mental”. Para todos estos problemas el diálogo interreligioso puede ser la clave que acabe con ellos. “Podemos hacer que el mundo sea mejor, con el diálogo interreligioso que nos ayude a respetar y a ser respetados”. Se debe “revisar los programas de enseñanzas para que el diálogo interreligioso forme parte de ellos”. Una frase muy especial, dentro de las muchas pronunciadas con sabiduría y belleza por parte de don Justo Lacunza habla de que “si dejo que se hagan fuertes la indiferencia y la apatía ante el dolor, el sufrimiento del mendigo, entonces deshecho las alforjas que Dios ha puesto en mi humanidad”. “Debemos ser firmes en la condena de la violencia, el odio, Dios quiere que seamos felices y que los que estén a nuestro alrededor sean felices”, ha concluido el profesor Lacunza.
Tras estas interesantes intervenciones, se ha producido un animado debate con la participación del público, activo y con ricas matizaciones. A la conclusión del acto, el Profesor Andrés Valencia ha querido agradecer a los asistentes su presencia y a los ponentes sus acertadas reflexiones sobre la vigencia de la Nostra Aetate.