Este miércoles 11 de enero ha comenzado una nueva edición del Curso de Formación Permanente que organiza anualmente la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia. Un curso estructurado en siete sesiones y que profundizará sobre el tema Pensar la Evangelización. La primera sesión ha sido preparada por el catedrático de nuestra Facultad Mariano Ruiz con el siguiente título: ¿Podemos hablar de “nuevas antropologías” para comprender al ser humano que tratamos de evangelizar?
Mariano Ruiz ha comenzado su exposición planteando la antropología como un reto para la teología, como expone una obra que considera “clásica”: Las nuevas antropologías. Un reto para la evangelización (1983) de J.L. Ruiz de la Peña. En este apartado, ha querido dejar claro que “no es justo” establecer una dicotomía entre la antropología y la evangelización, entendida ésta como la dimensión práctica de la teología.
Desde su punto de vista “todo agente evangelizador debería sentir como una obligación el conocimiento de las concepciones antropológicas de su entorno”. Es evidente que “sin un mínimo conocimiento de sus destinatarios (es decir, de nuestros hermanos, los hombres), ¿cómo vamos a anunciar el evangelio con un mínimo fruto?, ¿cómo sabremos qué lenguaje usar, qué contenidos priorizar o qué valores potenciar?”.
El segundo punto de la ponencia del Catedrático de la Facultad de Teología de Valencia se ha centrado en presentar las nuevas antropologías que recogió en los años 80 Ruiz de la Peña en el libro mencionado. Dichos movimientos plantean tres tipos de debate en torno al ser humano:
1. Sobre la densidad personal del hombre: se plantea el enfrentamiento entre el existencialismo y el estructuralismo.
2. Sobre la diferencia o superioridad del hombre sobre el resto de los seres: el debate radica en el cara a cara entre un “reduccionismo biologista” (fundamentado en la genética o el estudio del comportamiento animal) y un planteamiento “antropobiológico” (postula la originalidad del ser humano ya en ámbito biológico).
3. Sobre el carácter o dimensión espiritual del ser humano: la primera postura identifica la mente con el cerebro (son los monismos) y otra postura “que entiende la mente como una segunda entidad que interactúa con el cerebro (dualismos)”.
A partir de la presentación de estas ‘nuevas antropologías’ de los años 80, Mariano Ruiz ha concluido dos cosas. Por un lado, la novedad de estas antropologías radica en el contexto en que se desarrollan consecuencia de la crisis del teísmo y por el aumento del fenómeno de la increencia. Por otra parte, el reto que plantean estas nuevas antropologías “será el de afirmar al sujeto humano. Hay que plantearse si el hombre es realmente distinto a los demás seres”. Tal y como señala Ruiz de la Peña, la antropología de su tiempo se mueve más en la dialéctica ‘humanismo o antihumanismo’.
El profesor Mariano Ruiz ha pasado en este momento a identificar las antropologías más actuales teniendo en cuenta que “continúa vigente la cuestión de la singularidad del ser humano. Sólo que ahora nos encontramos con nuevos paradigmas culturales”. Estos paradigmas se pueden resumir en:
a) Una nueva sensibilidad ecológica que ha provocado una especie de ‘antropología ecológica’.
b) La cuestión del gender (popularmente llamada ideología de género).
c) Los “extraordinarios avances científicos (neurociencias) y tecnológicos (ingeniería genética)” de los últimos 30 años.
Cada uno de estos nuevos paradigmas culturales han desarrollado su propia antropología:
a) La sensibilidad ecológica deriva en una mentalidad abiertamente animalista que pretende equiparar al hombre y a los animales en derechos.
b) La cuestión del gender “ha derivado en casos extremos en la separación —no distinción— entre diferencia sexual (vinculada a la naturaleza) e identidad masculina y femenina (vinculada a la cultura), fundamentando además esta última en la propia conciencia individual y al margen de la corporeidad”.
c) El auge de las neurociencias ha llevado a una “antropología cientifista”: “todo lo que hasta ahora hemos considerado actividades espirituales del hombre (como la libertad, la afectividad o la misma capacidad trascendente) no serían más que procesos fácilmente reductibles a reacciones bioquímicas producidas en nuestro cerebro”.
d) Finalmente, “el desarrollo tecnológico (en ámbitos como la medicina, le genética o la biotecnología), ha suscitado todo un movimiento cultural e intelectual que prevé una superación de la presente condición humana hasta tal punto que las nuevas tecnologías darán lugar a una nueva especie humana, o mejor post-humana; una humanidad ‘aumentada’ o ‘mejorada’. Es lo que se conoce como el ‘transhumanismo’ o ‘posthumanismo’”.
En el último apartado de su exposición Mariano Ruiz ha querido volver a la antropología teológica “para preguntarnos qué puede aportar la visión cristiana del ser humano (como ser creado a imagen de Dios en Cristo) a los retos de la antropología actual”.
A la visión monista, la antropología teológica le aporta una visión más global del hombre. El está “dotado de una pluralidad de dimensiones en virtud de las cuales aparece no sólo como una realidad orgánica, sino también como un ser dotado de interioridad, personalidad y además referido, más allá de sí mismo al Creador”. El hombre es un “ser referido no sólo al mundo y a sus semejantes, sino también a Dios”, por tanto es “un ser dotado de sentido, de finalidad”.
A partir de esta reflexión, el hombre está “destinado a la comunión con Dios y, en consecuencia, dotado de una interioridad y profundidad que le hacen trascender lo puramente biológico”. Por tanto “el hombre se muestra como cualitativamente distinto del resto de los seres. Sólo él posee un valor absoluto”. Y precisamente esta superioridad humana le obliga a “un cuidado y una valoración” del resto de las especies, “desde el momento en que el mismo hombre es propiedad de Dios y se orienta hacia él”. ) La reflexión teológica aporta un motivo más alto para fundamentar el respeto a todos los seres: por su simple existencia los demás seres sirven para mayor glorificación de Dios.
En tercer lugar “otro de los grandes retos con los que nos vemos confrontados en nuestra labor evangelizadora es la cuestión del género, sobre todo en lo que supone de anulación de la diferencia entre hombre y mujer, reduciéndolo todo a la interioridad de la propia autopercepción o auto comprensión”, dice el profesor Ruiz. No obstante, “frente a estos excesos, nosotros podemos caer en la tentación contraria, la del naturalismo radical, para la cual la identidad masculina o femenina se configura solamente desde la diferencia sexual sin ninguna intervención de factores culturales, psicológicos o espirituales”.
Para Mariano Ruiz “la experiencia sexual en el ser humano es percibida no sólo corpóreamente, sino también espiritualmente”. Es en el encuentro entre el hombre y la mujer, “en la dialéctica del reconocimiento, donde aparece más plenamente su carácter humano. De ahí la importancia que, desde el punto de vista de la antropología teológica, se da a la masculinidad y feminidad como los dos únicos modos posibles de realización de la persona humana en el amor”.
Finalmente, se ha planteado que “el gran reto actual es que sin la asunción de la limitación humana no hay antropología” y la antropología teológica ofrece una “ayuda” para asumir esa condición humana de la limitación. “La limitación misma no es el pecado, no es ajena a la condición humana. El pecado es el rechazo a esa finitud”.
Y concluye con esta afirmación: “el proyecto de humanizar la humanidad pasa ineludiblemente por presentar a nuestros contemporáneos la figura de Cristo, el hombre perfecto; de modo que la antropología sea como la base para el anuncio cristológico y la cristología la plenitud del discurso sobre el hombre”.
Durante los miércoles de enero y febrero, todas aquellas personas que deseen reforzar sus conocimientos sobre el tema propuesto tienen la oportunidad de hacerlo con este Curso que se celebra a las 11:00 horas en el salón de actos de la Facultad de Teología, en la calle Trinitarios, nº 3 de Valencia.
PDF CON LA PONENCIA DE MARIANO RUIZ EN EL CURSO DE FORMACIÓN PERMANENTE
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