Monseñor Arturo Ros, obispo auxiliar de Valencia, ha presidido la mesa redonda Evangelización y nuevos movimientos: algunas experiencias concretas, dentro del programa del Curso de Formación Permanente Pensar la Evangelización que organiza anualmente la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia.
«La nueva evangelización va a ser una tarea para siempre», ha dicho el obispo, «porque siempre debemos de tener una actitud correcta ante las nuevas realidades». Arturo Ros reconoce que “estamos ante una realidad sociocultural permanentemente cambiante. La reflexión teológica sobre la tarea evangelizadora nos tiene que ayudar a ser conscientes de esas nuevas realidades”. Lo contrario sería “poner muchas resistencias ante un mundo que cambia permanentemente y en todos los ámbitos que afectan a la evangelización”.
Para Monseñor Ros hay que analizar los cambios para evangelizar bien en todos los ámbitos y, por ejemplo, “en el mundo de los niños es urgentísimo y grave”. Supone “un reto” que nos debe hacer “reflexionar para intentar dar una respuesta”.
Recuerda que el Papa Francisco “está insistiendo sobre todo en la actitud” de los cristianos, “en la manera de vivir el Evangelio y luego de transmitirlo a través de la palabra y del testimonio”. Finalmente, Arturo Ros ha destacado que hay que “cuidar con esmero la experiencia de comunión. Esa experiencia nos hará más fuertes y más capaces” a la hora de “responder a lo que el mundo puede esperar de nosotros”.
José Vidal, profesor de la Facultad de Teología y uno de los responsables del Curso de Formación, ha sido el encargado de contextualizar la mesa redonda. Ha querido situar el problema de “porqué la sociedad y tantas personas siguen desidentificándose con los cristianos” y por ello se ha organizado una mesa redonda para conocer mejor algunos “movimientos de conversión y apostolado de los cuales pueden servirse las parroquias en su tarea evangelizadora”.
En la mesa redonda han participado Salvador Valls, del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Valencia; José Manuel Marhuenda, de Acción Católica General en Valencia; Alejandro Bo, de la comunidad católica Fe y Vida; y Mª Ángeles de los Ríos, de la asociación Novahumanitas y su comunidad Mambré.
Salvador Valls ha presentado los Cursillos de Cristiandad, unos cursillos que nacieron a finales de la década de los 40 y que suponen un movimiento diocesano al servicio de la evangelización. A partir de una iniciativa de la Diócesis de Mallorca, donde se celebró el primer cursillo en 1949, se fue extendiendo por el resto de diócesis españolas como respuesta “a unas necesidades pastorales”.
El atractivo de estos Cursillos de Cristiandad tanto en su origen como en nuestros días “es la mentalidad del propio movimiento”. Explica Valls que “ofrecen una nueva visión de Dios, un Dios vivo, siempre cercano e ilusionado por cada persona”. También incorporan “una nueva visión de la persona. La persona es vista como única, irrepetible, capaz de Dios y capaz de vivir, desde Él, su propia vida con plenitud”. Los cursillos aportan una “nueva visión del mundo. El mundo es un espacio de salvación, de misión, de santificación”. Y también ofrece una “nueva visión de lo que es la Iglesia, sacramento de Salvación. La Iglesia está dispuesta a servir y en esa iglesia los laicos tienen una gran responsabilidad”. En definitiva, explica Salvador Valls, los cursillos pretenden “impulsar la fermentación evangélica de los diferentes ambientes. No hacen apostolado sino que crean apóstoles”.
José Manuel Marhuenda, consiliario de Acción Católica General, situó la realidad actual de una asociación que, desde su nueva configuración, ha pasado “de la identidad militante a la identidad cristiana”. La Acción Católica General agrupa desde 2009 en una única realidad distintos movimientos nacidos al calor de la Acción Católica en España, y cuenta con el documento A vino nuevo, odres nuevos, que marca su proyecto evangelizador. Este consta de cuatro dimensiones, que se desarrollan en diversas actividades de forma armónica: espiritualidad, misión, formación y organización. En este sentido la centralidad tiene que ser “diocesana y parroquial” y el movimiento está “integrado por niños, jóvenes y adultos en distintos grados de adscripción”.
A partir de esas ideas, Marhuenda ha definido el trabajo actual de Acción Católica General como el “Seminario de los laicos diocesanos”, los que no se identifican con ninguna espiritualidad concreta. En definitiva, se trata de una “asociación laical creada por la Iglesia para la evangelización de las personas y de las realidades en las que está inmersa la parroquia”. Por ello “se ofrece en toda las parroquias como propuesta estable de apostolado asociado para que la acción evangelizadora de los laicos sea más eficaz”.
En tercer lugar, Alejandro Bo presentó la comunidad católica Fe y Vida. Su ideal es “vivir una fe integral, fiel al Evangelio y desde dentro de la cultura actual”. Supone una nueva manera “de vivir la Iglesia y presentársela a la gente”. Fe y Vida nació en Cantabria y empieza a dar sus primeros pasos en Valencia poniendo el énfasis en “presentar una fe significativa”. Recalca su “interés por el diálogo cultural, las expresiones artísticas, la belleza y las nuevas tecnologías”. En este sentido, el movimiento tiene una clara “vocación por la vanguardia”.
Alejandro Bo dio especial relevancia a los encuentros ENE (Encuentro Nueva Evangelización) e IMPACTO que están teniendo respuestas muy positivas por parte de las personas que han participado en ellos.
La cuarta ponente de la mañana en la mesa sobre movimientos de evangelización fue María Ángeles de los Ríos, que ha puesto en marcha la asociación Novahumanitas que trata de ayudar en la formación del desarrollo personal. También presentó el movimiento eclesial Mambré. En una interesante reflexión, la impulsora de estos movimientos explicó que su nacimiento se debe a la constatación que que pese al desarrollo y el progreso material alcanzado, “el ser humano vive tenso, inquieto, insatisfecho”. En este sentido, está como “vacío”.
Novahumanitas quiere ayudar a las personas “a descubrirse a ellas mismas” y a “promover el desarrollo integral de esas personas”. Desde este punto de vista trabaja por “mejorar las relaciones humanas” favoreciendo así el nacimiento de “una sociedad más humana, más respetuosa de la persona y del mundo”.
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