El cardenal Miguel Ángel Ayuso, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso del Vaticano, ha asegurado en la Universidad Católica de Valencia (UCV) que “ahora es el momento de comenzar a construir la nueva vida de fraternidad, y esto requiere algo más que una visión política, económica o incluso ecológica. Requiere que vivamos desde lo más profundo de nuestra alma con compasión y ojos que puedan ver al otro en su necesidad”.
Ayuso ha impartido la ponencia central de un seminario interreligioso impulsado por la Cátedra Yves Congar de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer, en la que ha profundizado en el documento Sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común, firmado por el papa Francisco y el Imam Ahmad al-Tayeb en 2019, que “ha generado un nuevo dinamismo en la sociedad” donde “la familia humana es interpelada e implicada”.
El texto, si bien nació de una reflexión común en el ámbito musulmán y católico, “es una invitación concreta a la fraternidad universal que concierne a cada hombre y a cada mujer”. Por lo tanto, no es un documento confesional o un texto islámico cristiano, sino que “se quiso ir más allá, porque hay una urgencia dictada por la situación mundial actual, que hizo dejar de lado prejuicios, demoras y dificultades”, ha explicado el cardenal y teólogo.
“A lo largo de todo el documento trasluce la convicción que todos juntos podemos y debemos trabajar con valentía y con fe para recuperar la esperanza en un nuevo futuro para la humanidad. Es, sin duda, un documento exigente; un punto de no retorno que requiere reflexión y estudio. Si Dios es el Creador de todo y de todos, nosotros somos miembros de una sola familia y debemos reconocernos como tales. Este es el criterio fundamental que nos ofrece la fe para gestionar la convivencia humana, para interpretar las diferencias que existen entre nosotros y para desactivar los conflictos”, ha asegurado Ayuso.
Un documento “audaz” y “profético”
Es por ello que el prefecto ha subrayado que se trata de un documento “audaz” y “profético”, pues aborda algunos de los problemas más urgentes de nuestro tiempo, invitando a los creyentes y a los hombres de buena voluntad “a un examen de conciencia y a asumirse con confianza y determinación las propias responsabilidades para la construcción de un mundo más justo e inclusivo”, Así ha detallado que, “sin ambigüedad”, los firmantes advierten de cuestiones tales como que nadie, jamás, está autorizado a usar el nombre de Dios para justificar la guerra, el terrorismo o cualquier otra forma de violencia; que la vida debe ser siempre salvaguardada; el derecho de los niños a crecer en un ambiente familiar y la necesidad esencial del reconocimiento del derecho de las mujeres a la educación, al trabajo y al derecho del ejercicio de sus propios derechos políticos.
El purpurado, que ha ejercido su ministerio como misionero en Egipto y Sudán, también ha repasado en su conferencia el camino andado desde el Concilio Vaticano II y ha recordado “el diálogo con el mundo de Pablo VI, del diálogo de paz de Juan Pablo II y del diálogo de la caridad en la verdad de Benedicto XVI” para concluir que “hemos llegado al desafío del diálogo de la amistad, que es el diálogo anunciado y proclamado por el papa Francisco. Tenemos que convencernos de que la fraternidad siempre es posible a todo nivel y en toda situación”.
La «única» familia humana
En este sentido, ha asegurado que el diálogo entre personas de diferentes religiones “está realmente en el centro de las reflexiones y acciones” del santo padre y que la Iglesia Católica “es consciente del valor que reviste la promoción de la amistad y del respeto entre hombres y mujeres de distintas tradiciones religiosas, bien porque el mundo de algún modo se ha empequeñecido o porque el fenómeno de las migraciones incrementa los contactos entre personas y comunidades de tradición, cultura y religión diferentes». Así, se ha referido las palabras que el pasado mes de septiembre hizo el papa Francisco en Marsella: «Nos encontramos frente a una encrucijada de civilización o la cultura de la humanidad y de la fraternidad, o la cultura de la indiferencia».
“Todos somos miembros de la única familia humana y como tales tenemos los mismos derechos y deberes como ciudadanos de este mundo. Recordemos siempre que en la base de nuestra colaboración y de nuestro diálogo están las raíces comunes de nuestra humanidad. Es decir, que para dialogar no partimos de nada. Existe ya nuestra condición humana, que compartimos en todos sus aspectos existenciales y prácticos que es un buen terreno de encuentro”, ha explicado el cardenal español.
De este modo, el prefecto del Diálogo interreligioso en la Santa Sede ha aseverado que “de ahora en adelante se puede afirmar que las religiones no son un sistema cerrado, sino que están en camino. Por eso es importante para el futuro formar identidades abiertas, capaces de superar la tentación de replegarse sobre sí mismos y volverse rígidos. La perspectiva de educarse y de educar a una cultura del encuentro de la fraternidad de la paz conlleva como consecuencia inevitable la voluntad de replantear desde esta óptica también los itinerarios formativos y académicos en las escuelas, en los institutos de formación y en las universidades”, ha concluido.
En el siguiente enlace puedes ver el Seminario Interreligioso que acogió la sede de Santa Úrsula de la universidad Católica de Valencia.