La Facultad de Teología San Vicente Ferrer, de la Universidad Católica de Valencia (UCV), celebró recientemente el último acto de conmemoración por sus cincuenta años de andadura, desde su inauguración en noviembre de 1974. Junto al nombramiento como doctor ‘honoris causa’ del cardenal Kurt Koch, la efeméride tuvo su culmen en el acto de entrega de medallas y reconocimientos a los decanos, vicedecanos y profesores eméritos de la Facultad. Es un punto en que hace especial hincapié el decano, Santiago Pons (L’Énova, 1964), que considera “esencial” agradecer el trabajo de los que, “a lo largo de las décadas”, han entregado su vida a la enseñanza de los saberes filosófico y teológico.
Pons es testigo de ello. Antes de ser profesor, antes de ayudar en el Servicio de Publicaciones e Informática de la Facultad (SIFTEL), de ser vicedecano y, ahora, decano, fue un estudiante más en Trinitarios: “Estudiar aquí me ha ayudado mucho. Por ejemplo, a descubrir el interés de la filosofía. Mi anterior contacto con esta materia fue en COU, donde acabé el curso con la sensación de que la filosofía era una sucesión de reflexiones de personas que se contradecían unas a otras pero que aportaban poco a la vida diaria. Cada filósofo que tocábamos se oponía al anterior, porque si no parecía que no decía nada. Esa visión se rompió al estudiar en esta Facultad. Aquí me di cuenta de que había problemas actuales para los que la filosofía tenía planteamientos razonables”.
“Disfruté mucho conociendo la teología, que descubrí como una reflexión más seria sobre la fe. Yo venía de los estudios laicos, antes de entrar en el Seminario me había licenciado en Física. Gracias a los profesores de esta Facultad fui consciente de que, a lo largo de la historia, había existido mucha gente que se tomó en serio la reflexión teológica y que verdaderamente había un pensamiento razonable y maduro sobre la fe cristiana”, asegura Pons.
La característica diferencial de la enseñanza teológica en Valencia
Explica el decano que en las facultades españolas de Teología se hace una “buena reflexión teológica, y actual”. En el caso de la valenciana, un rasgo peculiar de Trinitarios tiene su influjo en esa senda. “En la historia de la Iglesia han existido algunas dificultades entre el clero secular y el clero regular, pero en nuestra Facultad se ha llevado a cabo un proceso de convergencia, pues está promovida por dos instituciones. Primero había dos secciones, dominicos y sacerdotes diocesanos, con la licenciatura en común, lo que ya generó sinergias entre los profesores de ambas procedencias. En 2012 las secciones se fusionan, y en el claustro tenemos sacerdotes diocesanos y frailes dominicos; sumados a religiosos de otras órdenes y laicos; así que en esta Facultad se hace una teología muy católica. Hay una buena armonía entre los profesores, y eso es una característica diferencial positiva y una riqueza eclesial reseñable”.
En relación con esto, la Facultad también destaca por su interés en el “ecumenismo”, a través de la Cátedra Yves Congar, indica Pons. “Por otro lado, tener una Escuela de Lenguas nos ha ayudado a cultivar el estudio de la Biblia, poniendo énfasis en la importancia de conocer las lenguas originales. En los últimos años, además, estamos insistiendo en el diálogo de la teología con la cosmovisión científica, con las ciencias”.
Esa conversación “sigue siendo un caballo de batalla”, opina el decano: “Te encuentras con gente en el mundo universitario que desprecia la teología, considerándola como la quiromancia o el horóscopo. También te encuentras, gracias a Dios, con gente que sí que entiende que la reflexión sobre la fe es necesaria. Además, ahora, con la inserción de la Facultad en la UCV se ha facilitado la apertura de todo un horizonte de posibles proyectos de investigación en común desde la teología y otras áreas del conocimiento humano”.
Santiago Pons, decano de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer
Que el hermano pobre de las ciencias no sea la teología
A diferencia del decano, cuya vocación condujo al estudio de la teología, otros deciden matricularse en titulaciones pertenecientes a esta área académica por razones distintas. Y son cada vez más los que lo hacen. Pons cree que la incorporación de los laicos es “un ámbito de crecimiento para las facultades de teología y señala que, en la actualidad, los laicos suponen “casi la mitad” de los alumnos de la Facultad de Teología de la UCV. El porqué de esa situación ofrecido por el decano guarda relación con su propia experiencia: “El índice de españoles con formación universitaria se ha disparado en las últimas décadas, así que gran cantidad de cristianos cuentan hoy con una educación superior. Muchos de ellos desean tener una formación en términos teológicos al nivel de sus estudios en otros campos”.
“Un buen número de católicos siente que, si su reflexión sobre la fe se ha quedado en la primera comunión, difícilmente podrá dialogar dentro de sí con su propia fe. De hecho, el papa nos ha invitado a buscar la manera de facilitar el acceso de los laicos a la teología para que exista un equilibrio formativo entre el saber particular y la reflexión sobre la fe. Sin ese equilibrio, el hermano pobre es la teología, porque puedes desarrollar la creencia de que tu fe es cosa de niños, dado que tu reflexión sobre ésta no ha pasado del estrato de la infancia. Es un déficit importante”, asevera.
La apuesta de muchos laicos por el estudio de su fe no es la única razón por la que Pons cree que la enseñanza teológica y el propio saber que la conforma “sigue teniendo mucho futuro” en el mundo actual. “Hoy se sigue pensando y reflexionando sobre la fe, porque es necesario”, señala. “La teología nunca puede estar acabada porque el pensamiento del ser humano cambia y evoluciona, surgen nuevas perspectivas; y hace falta que los retos e ideas que plantean esas nuevas formas de pensar influyan en el pensar sobre la fe”. En ese sentido, opina que la Facultad de Teología de la UCV “no se ha quedado en el pasado, no se ha limitado a hacer una reflexión arqueológica de la teología. Creo que esto es muy importante”.
La luz teológica, capaz de iluminar la “incertidumbre” y los “retos” de los tiempos actuales
Existen razones de mayor peso aún que la presencia de laicos en las aulas de Teología que subrayan la irrenunciable necesidad de promover las titulaciones relacionadas con esta área del conocimiento humano, según Pons. Celebrar el 50 aniversario de la Facultad con una serie de eventos preparativos, en lugar de centrarse en un solo acto de conmemoración, es una decisión consciente por parte de la Facultad “para tomar conciencia de nuestro presente y pensar hacia dónde queremos ir. La celebración de estos cincuenta años nos ha servido para hacer balance y, sobre todo, para tomar conciencia del gran desafío que tenemos delante”.
Hoy se presentan “un número significativo de retos clave”, en opinión del decano, “como la reflexión sobre la sinodalidad, la conversión pastoral o las transformaciones tecnológicas, que nos afectan como personas. La misma inteligencia artificial, por ejemplo”. Así, “debemos estar atentos y entender en qué mundo nos movemos, uno que se sigue haciendo preguntas, que tiene necesidad de respuestas profundas. Debemos iluminar esas cuestiones desde la fe”, remarca.
“No tenemos una varita mágica, no tenemos certeza, sobre todo, pero sí tenemos una luz que nos ayuda a mirar la realidad con otra perspectiva y, sobre todo, a aportar esperanza. Ahora estamos en un mundo de incertidumbres, un mundo de fragilidades, la gente no ve claro el futuro. No podemos caer en un optimismo frágil, infundado. Hemos de transmitir esperanza desde la convicción de que Dios no nos deja, que incluso en situaciones difíciles Él está con nosotros”.
