¿Dónde estaba Dios cuando la DANA inundó Valencia?

¿Dónde estaba Dios cuando la DANA inundó Valencia?

Reproducimos las palabras del profesor Antonio Praena Segura O.P. en un artículo publicado por el portal Aleteia.

¿Dónde estaba Dios el martes 29 de octubre cuando la DANA inundó Valencia? 

Es una pregunta tan antigua como la humanidad. La mayoría de culturas y filosofías se han preguntado por el problema del mal: ¿por qué existen las catástrofes, las inundaciones, los terremotos…? Si Dios existe y es todopoderoso y misericordioso, ¿por qué no lo impide? A esta difícil cuestión la filosofía griega la denominó el dilema de Epicuro.  

Pero plantear así las cosas no nos aporta una respuesta a nuestra vida ni tampoco nos permite conocer mejor a Dios. Dios creó un mundo, un cosmos distinto de él, salido de sus manos, sí, pero con unas leyes naturales y un funcionamiento propios, en los cuales Dios no está interviniendo con una varita mágica, suspendiendo las leyes físicas de ese universo que funciona según sus propias leyes físicas y biológicas y que no un juguete en las manos de un Dios manipulador. 

De igual modo, Dios ha creado un ser humano al que ha dotado de una inteligencia y libertad tales que pueden llegar a negar a su creador, por más que este creador, como vemos en la historia de la salvación, no haga sino darle señales de su amor para atraerlo hacia él. 

¿Dónde estaba Dios en el momento de la DANA? En el regalo de un universo y una naturaleza que funciona con sus propias normas intrínsecas, que es limitada y, por tanto, finita. El cosmos no es un teatrillo en el que Dios interviene a su antojo, cambiando o suspendiendo sus leyes naturales. Es una realidad física, biológica, en constante movimiento. Y es, además un regalo frágil que hay que cuidar. No hay que explotar a la naturaleza. El hombre ha sido llamado por Dios a convivir en armonía y sin abuso de esta naturaleza.   

Dios está en el regalo bello y libre que nos ha hecho. Dios está en la capacidad que le ha dado al ser humano para gobernar y mejorar la tierra. Está en la responsabilidad que ha puesto en nuestras manos para hacer de este un mundo mejor mediante el pensamiento, la ciencia, el arte, las relaciones humanas, la política, la economía… 

Por eso Dios está donde hay alguien achicando agua y barro, alguien salvando la vida de alguien, alguien repartiendo alimento, alguien informando con veracidad, alguien arriesgando su vida para acceder a algún lugar inaccesible a rescatar a una anciano o a un bebé. 

Dios está donde alguien se mancha de barro, donde alguien abraza a alguien. 

¿Cómo está pasando Cristo por los lugares devastados por el agua desde entonces? 

El centro más profundamente moral del Evangelio nos dice que, cada vez que damos de beber al sediento, de comer al hambriento, de vestir al que se ha quedado sin ropa, sin casa, sin trabajo, sin futuro… ese amor mismo se lo estamos dando a Jesucristo. Porque Dios está en quien lo recibe y está en la persona que lo da, la cual se convierte así en alguien que también recibe la gracia de Dios, que recibe el don de entrar en un contacto más profundo con Jesús. 

El Cristo viviente y total se hace presente de formas distintas también en medio de las catástrofes.  Porque en las personas que han perdido su hogar o a sus seres queridos está presente el Cristo doliente, crucificado, azotado por las calamidades de la vida. Y en las manos de quienes entregan lo mejor de su esfuerzo, se hace presente la fuerza vivificadora de Cristo resucitado, ese Cristo cuya promesa hace nuevas todas las cosas. 

¿Cómo ha sido su experiencia como voluntario? 

Ahora que tengo la oportunidad de reflexionar un momento sobre esta experiencia de voluntario en medio de una catástrofe así, lo primero que se me hace visible es la gratitud por poder ayudar, por poder ser útil y pasar así del lamento por lo que no bebiera haber ocurrido a ver con mis ojos y tocar hombro a hombro la capacidad generosa y solidaria que vive en el interior del ser humano, de tantos otros voluntarios, muy  jóvenes la mayoría, en el fondo de cuyos corazones está viva la respuesta misericordiosa.  

Pensar solamente y lamentar u opinar en las redes sociales quizá nos hace perder de vista que el amor y la respuesta frente al dolor no es algo que se pueda y deba responder solo en teoría, sino que hay cosas para las que no tenemos palabras pero para las que sí tenemos manos, acción y colaboración. 

En las manos de los voluntarios Dios escribe renglones de amor que no pueden escribirse solo en papeles. 

Para un profesor y escritor que lleva casi 25 años dando clases de teología, es nuclear experimentar lo que constituye el centro de nuestra fe: el misterio de la encarnación. Y es que, para la fe cristiana, a Dios no se le puede experimentar solo en las ideas, ni en las ideologías, ni en las teorías o en las palabras, por más poéticas que sean: se le encuentra en el rostro humano y real del ser humano en sus circunstancias catastróficas. 

¿Por qué decidió ir? ¿Dónde ha estado sirviendo y qué servicio le asignaron? ¿Dónde vive usted y cómo llegó hasta allí? 

No decidí ir. Fue la llamada de auxilio de un amigo concreto que había perdido su casa concreta. Cuando acudí, aún no se había organizado el voluntariado; era todo demasiado inminente. No me habría presentado allí para estorbar o solo para tranquilizar mi conciencia; fue más bien la voz del otro, su angustia, su necesidad con nombre, apellidos y dirección postal concreta la que me hizo meter en una mochila lo que pudiera ser útil y lanzarme campo a través para llegar allí. Solo hubo tiempo de un abrazo breve, porque enseguida había que sacar muebles, quitar paladas de lodo… Y el milagro más asombroso fue descubrir que, al echarme a caminar, sin saber cómo, a los pocos minutos éramos cientos siguiendo la misma ruta. 

2024-11-14T12:23:53+00:00 11-noviembre-2024|Profesores Facultad Teología Valencia, Reflexiones|Comentarios desactivados en ¿Dónde estaba Dios cuando la DANA inundó Valencia?