Manuel Pozo Oller, Vicario Episcopal para la Acción Pastoral y el Clero de la Diócesis de Almería ha sido el encargado de la ponencia en la quinta sesión del Curso de Formación Permanente 2017 Pensar la Evangelización. Su ponencia se centró en la figura de Carlos de Foucauld (Estrasburgo, 15 de septiembre de 1858 – Tamanrasset, 1 de diciembre de 1916) y llevó por título ¿Qué aporta Carlos de Foucauld a la evangelización actual? En el centenario de su muerte.
El ponente empezó haciendo una precisión hermenéutica dirigida principalmente a los sacerdotes presentes. Para Manuel Pozo supone un “empeño especial recuperar tres de los aspectos que son santo y seña de la ordenación sacerdotal: los sacerdotes somos presbíteros diocesanos seculares”. Esto quiso dejarlo claro antes de presentarnos la figura de un Carlos de Foucauld frente al que hay que tener, en cierta medida, una actitud crítica para situarlo correctamente “y para ver las intuiciones que, de él, pueden sernos útiles para la acción pastoral”. Por ello “hay que tratar de redescubrir y reinventar dichas intuiciones de Carlos de Foucauld para vivir la novedad permanente del Evangelio”.
Partiendo de esta premisa, el Vicario Episcopal analizó la “fundamentación teológica de la acción pastoral” del místico francés. Para Carlos de Foucauld “Dios es el Absoluto”. El francés es un hombre “descreído e ilustrado” pero su conversión le hace “abrazar un estilo radical de vida evangélica”. En su persona experimenta una “peregrinación desde la razón hasta el corazón”. Al mismo tiempo, también peregrina “hacia el testimonio del silencio. Se trata de un silencio de alabanza, de escucha y de compromiso”. Su conversión profunda le llevará a descubrir la vocación de la consagración.
La teología de Foucauld también se basa en el “misterio del Verbo humanado”. La encarnación tiene su raíz “en la bondad de Dios”. Por tanto “Dios muestra su soberanía en Jesucristo”. Por ello tratará de “buscar a Cristo encarnado para vivir configurado con él”. Y en último término “la perfección es ser como el Maestro y por tanto hay que encarnarse como se encarnó el Maestro”.
Respecto al “misterio de la Visitación”, nos explica Manuel Pozo que Foucauld considera que “la Iglesia entera tiene que estar preparada para salir al encuentro del que la necesita”. “Tiene que ser una Iglesia en salida”.
Otro de los aspectos fundamentales en la teología de Foucauld es el de la figura de Jesucristo “el Bienamado”. En este aspecto, según el ponente, el francés muestra sus carencias en la formación teológica. Respecto a Jesucristo plantea la “imitación”: el viaje a Nazaret supone por ejemplo pisar la misma tierra que pisó el Señor. Foucauld “se enamora de Jesucristo y sólo vive para su amor”. Su “proceso de búsqueda está marcado por la imitación”.
Finalmente, Carlos de Foucauld destaca que “Jesús es el Salvador”. “Jesús se encarnó para salvarnos. Por tanto todo está en función de la salvación”. Manuel Pozo reconoce la importancia que tiene recuperar este aspecto esencial en la Evangelización: “Hemos de ofrecer el Evangelio con vehemencia, no con timidez”. Aquí aparece un doble aspecto de “oblación e inmolación” para la salvación de las almas.
Tras explicar los aspectos esenciales de la teología de Carlos de Foucauld, la ponencia analizó el “itinerario espiritual” que llevó a nuestro protagonista de Nazaret a la concepción de “Hermano Universal”. “La vida humilde y oculta en Nazaret”, dice Pozo, “es una vida de oración y trabajo”. “Nazaret es un camino que se descubre bajando”, dirá Foucauld, y supone sencillez, descubrir el valor de la vida en sí, de las pequeñas cosas, es el tiempo de la paciencia.
A partir de aquí, el francés “va descubriendo poco a poco que tiene que ofrecer lo que vive a todos”. Lo que le convierte en un “hermano universal”. Lo importante es “construir una fraternidad universal que ha de estar abierta para acoger la diversidad”.
El siguiente aspecto es destacar que “la Eucaristía es Jesús”. Por ello, según Pozo, “hay que eucaristizar toda nuestra vida. Jesús salvador se manifiesta al hermano en la Eucaristía y en los pobres”. “La Eucaristía”, comenta, “supone la presencia de Jesús en medio de la comunidad cristiana, en medio de los fieles”.
Y como había comentado, el siguiente paso es compartir “la vida total con los pobres”. Es lo que hará Carlos de Foucauld en el Sahara argelino durante los últimos quince años de su vida. Como explica Manuel Pozo, para el francés “el encuentro con el Señor se hace a través de los pobres”. “Para el hermano Carlos”, añade, “la mayor pobreza es no conocer a Dios ni tener deseos de buscarle”. Un hecho que desgraciadamente nos suena bastante en nuestra sociedad actual.
Foucauld se considera un “pobre al encuentro del otro” y eso obliga a la acción pastoral “a allanar las diferencias” con el otro. Hay que ofrecer toda la hospitalidad posible, dar a los que nada tienen, atender a los necesitados… Con gozo reconoce el propio Foucauld que a su casa la llamaban “la Fraternidad”.
Manuel Pozo considera que el mandato misionero de evangelizar fue aplicado por Foucauld de una manera especial puesto que fue “un misionero que no colonizó”. El místico francés centró dicho mandato en la propia persona, en el propio agente evangelizador. Por ello le parecía “una premisa previa e indispensable para el anuncio del Evangelio” el tener “amistad con el Señor”.
Después de cultivar esa amistad con el señor, la acción pastoral también debía ser “el apostolado de la amistad” que ayuda a tejer nuevos caminos de apostolado. También plantea el “apostolado de la bondad y el buen ejemplo”. Pozo cita aquí al propio Foucauld: “Toda nuestra vida, por muda que sea, la vida de Nazaret, la vida del desierto, lo mismo que la vida pública, deben ser una predicación del evangelio por el ejemplo”.
Para el hermano Carlos “hay que civilizar” antes que “evangelizar” y también considera esenciales “las conversaciones como medio excelente de evangelización”. Hay que hablar mucho con todos aquellos a los que se trata de llevar el mensaje del Evangelio. En este sentido, Foucauld también insiste en que “no se puede evangelizar si no se comprende la cultura”. Por ello trabajará por aprender el idioma y las costumbres de su zona de influencia. Incluso se atreverá a iniciar una traducción al árabe del Evangelio.
Según Manuel Pozo, Carlos de Foucauld “entiende su vida como una inmolación total”. Es su sacrificio “como ofrenda total a Dios”. Sirven de síntesis las palabras que la hermanita Magdeleine de Jesús dedicó al propio Foucauld: “He encontrado en él todo el ideal que soñaba, el Evangelio vivido, la pobreza total, el arraigo en medio de las poblaciones abandonadas y sobre todo el amor en toda su plenitud”.
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